De allí la propuesta de experimentar. En lugar de incinerar la cocaína confiscada, se la podría utilizar para experimentar con un mercado de cocaína regulado. De ese modo se matan dos pájaros de un tiro: se quita la cocaína de los delincuentes y se los deja sin mercado, haciendo que la nueva oferta ilegal sea insignificante. Este experimento es temporal, por definición, debido a que llegará un momento en que no se podrá confiscar suficiente cocaína para sostenerlo. Para entonces, quizá estaremos convencidos de que un mercado regulado es más eficaz para combatir el crimen organizado vinculado con las drogas.
La ventaja de este enfoque es que los Países Bajos y otros países de mentalidad similar siguen cumpliendo sus obligaciones internacionales que son tan difíciles de cambiar (al final de cuentas, seguimos interceptando cocaína) y, al mismo tiempo, comienzan a explorar alternativas. Por supuesto que hay fallas en ese experimento. ¿Cómo funciona un mercado de cocaína regulado (la cocaína es, sin duda, mucho más nociva que el cannabis)? En todo caso, los mercados regulados de drogas no son un fenómeno nuevo. Los Países Bajos y Suiza están experimentando actualmente con el mercado de cannabis legal, al igual que Canadá, Uruguay y 24 de los 50 estados de los Estados Unidos. Se puede aprender mucho de estos ejemplos.