En algunos casos, los nuevos movimientos sociales funcionaron como infraestructuras de cuidado colectivo que, en el contexto del deterioro de las condiciones de vida diarias, proporcionaron una sensación de solidaridad: “Lo que nos da fuerza es la solidaridad que recibimos. Hemos recibido ayuda y dinero de otras personas trabajadoras, de personas corrientes… Necesitamos apoyarnos mutuamente”.[26] Como añade un activista de la PAH:
Cuando llegué a la PAH, me sentí acogido inmediatamente. Todo el mundo me preguntaba cómo me sentía, cómo me apañaba. Y ves que la gente se ayuda, que las personas son generosas, dan apoyo y se preocupan. Te das cuenta de que la gente confía en ti y, por tanto, debes ser merecedor de esa confianza. Gracias a esta reciprocidad, te haces más fuerte… Y cuando compartes tu propia experiencia con las demás personas y compruebas que puede serles útil, te das cuenta de que vales. Aun si no tienes dinero, estás parado o no tienes nada, puedes serle útil a alguien. Y para mí esto es lo más empoderador; es cómo creces como persona..[27]
La PAH, por lo tanto, ha estado luchando para utilizar la organización colectiva como medio de superar el aislamiento y establecer una identidad colectiva. En este sentido, ha buscado transformar un problema percibido generalmente como privado en uno político y colectivo. De esta manera, personas que antes se habían sentido abrumadas por los sentimientos de fracaso, culpa, soledad e incertidumbre se han convertido en agentes de transformación política.
Así, los nuevos movimientos sociales que surgieron durante la crisis europea desarrollaron nuevas formas de inclusión democrática: “Estamos generando espacios de experiencia en los que las personas aprenden solas, porque creemos que vivir algo en primera persona es lo que las transforma de verdad. En este tipo de espacios horizontales y empoderadores, las personas que se suelen ver excluidas de la participación política encuentran condiciones más favorables para participar”.[28] Esto incluye una nueva democracia ‘presentista’ opuesta a las formas establecidas de democracia representativa, percibidas cada vez más como disfuncionales.
Según Lorey, esta ‘democracia presentista’ “es lo opuesto a la democracia representativa”. En cambio, es una “nueva forma de democracia que se practica en el momento de la asamblea” y, como tal, “hacerse presentista no es una forma de vida no política”.[29] El Estado y la democracia representativa, por el contrario, se han comparado por lo general con un ‘muro’ insondable,[30] ya que sus instituciones insensibles, bajo la presión disciplinaria de inversores y acreedores, fueron incapaces de plantear o incluso de reconocer las demandas de los movimientos.
La implicación de los nuevos movimientos sociales con los problemas sociales cotidianos y las estructuras democráticas inclusivas se ha producido junto con una feminización de la política, que contrasta con la (re)masculinización de la política formal, el auge del populismo autoritario y un neoliberalismo autoritario más extendido. Como apunta Ada Colau, exportavoz de la PAH y ahora alcaldesa de Barcelona por la plataforma de Barcelona en Comú, esta feminización no solo significa una mayor participación de las mujeres en los espacios de decisión política, sino también un proceso de priorizar los cuidados, la vida y la dignidad en las políticas públicas.[31]
Incluso donde los movimientos dejaron de ser visibles, se observó a menudo un proceso de lo que Candeias y Völpel han denominado ‘fracaso exitoso’,[32] en la medida en que los movimientos sobrevivieron a su existencia visible. Como Arditi se esforzaba por señalar, aunque las personas con autoridad tengan la costumbre de retomar la maquinaria de gobierno después de episodios de disidencia, las personas a quienes intentan gobernar adquieren un nuevo gusto por exigir la rendición de cuentas. Mientras tanto, esto prepara el terreno de lo posible, y de lo que las personas que buscan gobernar consideran necesario a la hora de calcular cómo ejecutan tal gobernanza para anticiparse a la reaparición de la disidencia. En este sentido, la insurgencia y la rebelión, de múltiples maneras, tienen una ‘vida del más allá’ que:
…se manifiesta en los giros cognitivos que generan las insurgencias, las experiencias de aprendizaje de la vida en la calle y los debates en las asambleas generales, las memorias que crean, los líderes que surgen en el proceso de la ocupación, las campañas posteriores y las alianzas que fomentan, y los cambios en las políticas que ocasionan.[33]
Conclusión
Las dinámicas descritas en este ensayo se reducen a lo que nos gustaría denominar ‘democracias desbaratadas’: es decir, democracias divididas entre las exigencias cada vez más incompatibles del capital global y las demandas contradictorias de sus poblaciones, cuyas instituciones son cada vez más insensibles a los agravios diarios. Esto conduce a la inestabilidad política, tanto en la forma del nuevo populismo como en las estructuras de autogestión que subvierten los discursos que declaran sistemáticamente que ‘no hay alternativa’. De esta manera, se visibilizan distintos futuros posibles.
Mientras que la elección de individuos como Trump, Duterte y Modi, y la aparición de fuerzas nacionalistas, racistas y xenófobas —cuya popularidad ha crecido en los últimos años—, han alimentado, comprensiblemente, los temores y un sentimiento de desesperanza, observamos, sin embargo, señales de formas disruptivas de acción que perviven. Podemos disentir, aunque a veces solo sea ‘imperceptiblemente’. En palabras de Linebaugh y Rediker, ‘la hidra de mcuhas cabezas’ de la resistencia, la rebelión, la negativa y el repudio de la autoridad tiende, una vez derrotada, a reaparecer bajo nuevas formas y manifestaciones, creando problemas desconocidos para las personas que buscan hacer valer dicha autoridad.[34]
Al considerar las posibles opciones estratégicas en el contexto descrito arriba, por tanto, planteamos que hay cuatro rutas necesarias y viables:
- Perseguir diferentes formas de desmercantilización, tanto del bienestar como de las concesiones ofrecidas por las empresas; esto podría incluir una renta básica universal que se implantara de forma progresiva y una reducción drástica de las horas de trabajo.
- Desafiar a las instituciones del Estado en pos de una mayor participación y la apertura de oportunidades para los espacios de autogobierno; las iniciativas de presupuestos participativos podrían ser un ejemplo en este sentido, además de la colectivización de sectores básicos bajo la dirección de cooperativas de trabajadores y consumidores.
- Crear nuevos escenarios de deliberación pública y resolución de conflictos, que posibiliten la transformación de los problemas individuales en demandas colectivas; esto atañe a espacios y asambleas locales, y prácticas de cuidados colectivos, pero también tiene implicaciones para la concentración de la propiedad de los medios de comunicación o el desafío a las jerarquías internas en los partidos y otras organizaciones.
- Y permitir la ampliación de la seguridad pública a escala nacional, regional y supranacional; es decir, mejorar los derechos y las prestaciones sociales más allá de la toma de decisiones centralizada del Estado-nación.
Frente al hermetismo y la rigidez de la democracia representativa, las fuerzas impulsoras de estos cambios deben buscarse más allá de esta. Es decir, recurrimos a los movimientos sociales y las luchas cotidianas para prefigurar nuevas formas de democracia, coexistencia y cooperación que desafíen implícita o explícitamente las distintas formas de autoritarismo, arraigadas o no en las democracias representativas.
Referencias
[1] Este artículo se basa en un estudio sobre las crisis democráticas en el Estado español y el Reino Unido, y la integración europea, durante el que realizamos más de 70 entrevistas cualitativas con activistas de movimientos sociales. En este sentido, nuestra labor como investigadores e investigadoras ha podría equipararse a una suerte de bricolaje que se inspira en la experiencia activista, con el fin de mejorar nuestra lectura de los problemas que aquejan a la democracia en la UE.
[2] Poulantzas, N. (2000 [1978]) State, Power, Socialism. p. 247.
[3] Activista de AFEM, citado en Huke, N. (2016) ‘Krisenproteste in Spanien’, p. 95-96, traducción propia.
[4] Bruff, I. (2014) ‘The Rise of Authoritarian Neoliberalism’, Rethinking Marxism 26 (1): 113-129
[5] Bruff, I. 2014, p. 115.
[6] Bruff, I. 2014, p. 115-116.
[7] El término ‘constitucionalismo’, acuñado por Gill , S. (1998) en ‘European governance and New Constitutionalism: Economic and Monetary Union and Alternatives to Disciplinary Neoliberalism in Europe’, New Political Economy 3 (1): 5-26) alude a un marco jurídico-político de gobernanza que persigue separar la política económica de la rendición de cuentas política o democrática más general (p. 5).
[8] Gill, S. (2002) ‘Constitutionalizing Inequality and the Clash of Globalizations’, International Studies Review 4(2): 47–65, p. 48.
[9] Merkel, A. (2011) ‚Pressestatements von Bundeskanzlerin und dem Ministerpräsidenten P. Passos Coelho der Republik Portugal‘. Berlín, 1 de septiembre: https://www.bundeskanzlerin.de/ContentArchiv/DE/Archiv17/Mitschrift/Pressekonferenzen/2011/09/2011-09-01-merkel-coelho.html, [consultado el 22 de junio de 2016].
[10] Leys, C. (2013) ‘The British ruling class’, en L. Panitch, G. Albo y V. Chibber (eds) Socialist Register 2014. Registering Class. Pontypool: Merlin Press, pp. 108-137, p. 108.
[11] Bieling, H.-J. (2015) ‘Uneven development and ‘European crisis constitutionalism’, or the reasons for and conditions of a “passive revolution in trouble”’, en: J. Jäger and E. Springler (eds) Asymmetric Crisis in Europe and Possible Futures: Critical political economy and post-Keynesian perspectives. Abingdon: Routledge, pp. 98-113, p. 106.
[12] Wahl, A. (2014) European Labor: Political and Ideological Crisis in an Increasingly More Authoritarian European Union: http://monthlyreview.org/2014/01/01/european-labor/
[13] Becker, J., Jäger, J. y Weissenbacher, R. (2015) ‘Uneven and dependent development in Europe. The crisis and its implications’, in: J. Jäger and E. Springler (eds) Asymmetric Crisis in Europe and Possible Futures: Critical political economy and post-Keynesian perspectives. Abingdon: Routledge, pp. 81-97, pp. 92-93.
[14] Entrevista con un activista de la PAH (Barcelona, 31 de julio de 2013), traducción propia.
[15] Pablo Iglesias, citado en Huke (2016), p. 123, traducción propia.
[16] Entrevista con un trabajador en huelga de la fábrica Panrico (Santa Perpètua de la Mogoda, Barcelona, 27 de mayo de 2014), traducción propia.
[17] Comité de huelga de LOR, citado en Bailey, D. J., Clua-Losada, M., Huke, N., Ribera Almandoz, O. (2017) Beyond Defeat and Austerity: Disrupting (the Critical Political Economy of) Neoliberal Europe. Abingdon: Routledge.
[18] Dokos, T., Poli, E., Rosselli, C., et al. (2013) Eurocriticism: The Eurozone Crisis and Anti-Establishment Groups in Southern Europe: http://www.eliamep.gr/wp-content/uploads/2013/09/iai.pdf
[19] Keskinen, S., Norocel, O. C. y Jorgensen, M. B. (2016) ‘The politics and policies of welfare chauvinism under the economic crisis’, Critical Social Policy 36 (3): 1-9, p. 2.
[20] Activista de Iai@flautas, citado en Bailey et al. (2017).
[21] Bailey, D. J., Clua-Losada, M., Huke, N., et al. (2016) ‘Challenging the age of austerity: Disruptive agency after the global economic crisis’, Comparative European Politics: 1-23 (online first).
[22] Entrevista con un activista de la PAH (Barcelona, 31 de julio de 2013), traducción propia.
[23] Boss-napping en los lugares de trabajo fue utilizado por los trabajadores franceses durante la crisis para protestar contra los cierres o las pérdidas de empleo. Los trabajadores retenían a los directivos para presionar a la dirección en contra del cierre o para conseguir mejores acuerdos de indemnización (ver también: Hayes, G. (2012) ‘Bossnapping: Situating Repertoires of Industrial Action in National and Global Contexts’, Modern & Contemporary France 20(2): 185–201).
[24] Bailey et al. (2017), pp. 64-107.
[25] Dinerstein, A.C. (2014) ‘Too bad for the facts: Confronting value with hope (Notes on the Argentine uprising of 2001)’, South Atlantic Quarterly 113 (2): 367-378.
[26] Entrevista con un trabajador en huelga de la fábrica Panrico (Santa Perpètua de la Mogoda, Barcelona, 27 de mayo de 2014), traducción propia.
[27] Entrevista con un activista de la PAH (Girona, 1 de octubre de 2013), traducción propia.
[28] Entrevista con un activista de la PAH (Barcelona, 19 de junio de 2014), traducción propia.
[29] Lorey, I. (2011) Non-representationist, Presentist Democracy: http://eipcp.net/transversal/1011/lorey/en
[30] Activista de la Marea verde, citado en Huke (2016) p. 76, traducción propia.
[31] Colau, Ada (2015) ‘Tenemos que feminizar la politica’, https://www.youtube.com
[32] Candeias, M. y Völpel, E. (2014) Plätze sichern!: ReOrganisation der Linken in der Krise: Zur Lernfähigkeit des Mosaiks in den USA, Spanien und Griechenland. Hamburg: VSA, p. 11.
[33] Arditi, B. (2012) Insurgencies don’t have a plan – they are the plan. The politics of vanishing mediators of the indignados in 2011: http://bjsonline.org/wp-content/uploads/2011/12/Arditi_Insurgencies_2011_JOMEC.pdf
[34] Linebaugh, P. y Rediker, M. B. (2013) The Many-headed Hydra: Sailors, slaves, commoners, and the hidden history of the revolutionary Atlantic, Boston, MA: Beacon Press.