¡Salvad las colinas Sperrin! El agua vale más que el oro
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Las colinas Sperrin, en el condado de Tyrone, en Irlanda, están surcadas por manantiales que fluyen por las vertientes occidentales hacia el río Foyle, mientras que en la parte oriental serpentean hacia el lago Neagh. Este fluir interminable de agua evoca el orden natural: el agua pertenece a este lugar. Pero la población local lucha por protegerlo de una fiebre del oro inminente y devastadora.
Yacimientos de oro
En la década de 1980, sondeos geoquímicos confirmaron la existencia de cuantiosos yacimientos de oro en las colinas del condado de Tyrone, en Irlanda. Sin embargo, las compañías mineras eran reacias a explotar la veta de oro a causa de la volátil situación política y del conflicto armado.
Treinta años más tarde, la compañía minera canadiense Dalradian Gold ha presentado una solicitud de obra de 10 000 páginas para explotar una mina subterránea, la séptima mayor del mundo.
Un cóctel de cianuro, mercurio, residuos tóxicos y sumideros
La jerga técnica y la magnitud de la propuesta contenida en la solicitud de obra constituyen una lectura ardua. La mina preveía inicialmente la construcción de una planta de procesamiento de cianuro, un horno para fundir mercurio, un vertedero para almacenar residuos tóxicos, balsas para almacenar agua contaminada, una planta de tratamiento de agua residual y un almacén de explosivos, todo dentro de un emplazamiento de excepcional belleza natural y a un kilómetro de la escuela de enseñanza primaria y el campo de deportes de Greencastle.
El 13 de agosto de 2019, Dalradian anunció que ya no prevé utilizar cianuro y que el mineral se exportaría para su tratamiento en otro lugar, aunque no indicaba dónde. Sigue cabiendo la posibilidad de que el procesamiento del cianuro tan solo se desplace a otro rincón del globo donde otra comunidad tenga que afrontar las consecuencias. Asimismo, la compañía no confirmó si se utilizaría mercurio, un detalle que no es menor si se tienen en cuenta los peligros asociados con el envenenamiento por metales.
Cianuro o no, existen otros problemas. En un pueblo del condado de Monaghan se han producido últimamente al menos tres hundimientos del terreno a consecuencia de la actividad minera, lo que ha dado lugar a que se evacuen varias viviendas y la escuela local, se cierren carreteras —con lo que es imposible llegar a las empresas de la zona— y los terrenos de la Asociación Atlética Gaélica hayan quedado destruidos para siempre por una gran grieta que ocupa toda la cancha.
Dalradian mantiene que el impacto será mínimo. La entrada estará sombreada por árboles, las construcciones se asemejarán a las de las granjas locales y se sembrará hierba encima del vertedero, creando una nueva y bonita colina para las Sperrin (aunque sea tóxica), así que no parece que haya nada de qué preocuparse. (La autora se puso en contacto con Dalradian para solicitar más información; sus representantes de Relaciones Públicas carecían de información sobre si se usaría mercurio o no, pero tenían claro que el impacto visual sería mínimo.)
Pacificación y resistencia
La campaña ‘Save our Sperrins’ (SOS) se ha organizado para resistir pacíficamente la inminente fiebre del oro. Hasta la fecha, se han enviado 18 500 cartas de protesta a la División de Planificación Estratégica de Derry. Pero organizarse para proteger el medio ambiente ha tenido su coste. Algunas de las personas que se oponen al proyecto se han visto intimidadas por campañas difamatorias, agresiones verbales, violencia física y amenazas de muerte.
El papel del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI, por sus siglas en inglés) ha suscitado la duda de si protege los intereses de la compañía en vez de “garantizar la seguridad de las personas”, como indica su lema.
Los opositores han denunciado actos intimidatorios, vigilancia e interrogatorios por parte de la policía. Los rumores que sugieren que los opositores son disidentes republicanos peligrosos que podrían ocultar armas de fuego en su campamento de protesta podrían provenir de la policía, según los opositores, que prefieren que no se les nombre. En un caso en concreto, se aduce que la policía intentó sobornar a un opositor con el fin de que le alertara de cualquier “problema”.
La autora llevó a cabo entrevistas con algunos opositores en julio de 2019, pero no los nombra por motivos de seguridad. Las declaraciones que respaldan estos testimonios aparecen en las páginas de Facebook de la Oficina Popular de Greencastle y de Save our Sperrins. La autora solicitó repetidamente al PSNI una declaración sobre la vigilancia policial en torno a la mina, pero no recibió ninguna respuesta.
En 2016, el PSNI facturó a Dalradian Gold aproximadamente 400 000 libras por su función de escolta en el transporte de explosivos relacionados con las operaciones mineras. Las líneas entre la vigilancia policial pública y la seguridad privada se difuminan peligrosamente cuando una fuerza policial estatal puede facturar a una compañía privada por los servicios prestados.
¿Entonces a quién sirve en realidad la policía? ¿A las grandes empresas o al pueblo?
Lo que trasciende es un patrón de intimidación, acoso y vigilancia policiales, y la desaparición de las líneas que separan la vigilancia policial pública de la seguridad privada. Se trata de un ejemplo más de un modelo global de vigilancia policial del extractivismo mediante la pacificación de la resistencia. La pacificación, que se malinterpreta a menudo como seguridad, abarca un intento de vigilar policialmente los contornos del descontento mediante el cierre de espacios progresistas que persiguen desafiar el poder corporativo a través de la resistencia pacífica legítima.
¿Y ahora qué?
Ante la falta de un Gobierno en ejercicio en Irlanda del Norte, el brexit inminente y el creciente valor del oro frente al temor de otra recesión global, nadie sabe lo que va a ocurrir ahora.
Sin embargo, una cosa está clara: el espíritu de la resistencia es palpable en las colinas de Tyrone, donde el agua fluye clara y vale más que el oro para el pueblo que está dispuesto a defenderla.
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