Nutrición y alimentación: cómo el gobierno de y para la gente se convirtió en el gobierno de y para las multinacionales
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Abogar por la multilateralidad en el ámbito de la alimentación y la nutrición ha sido una de las principales estrategias para hacer avanzar una agenda agrícola a favor de las corporaciones que se traduce en la desposesión de los pequeños agricultores.
Uno de los proyectos piloto más avanzados del multilateralismo (multistakeholderism) dirigido por las corporaciones, promovido por el Foro Económico Mundial (FEM), se desarrolla en el campo de la alimentación y la nutrición con el establecimiento de la Iniciativa global para el rediseño de los alimentos, la agricultura y la nutrición (GFANRI, según sus siglas en inglés) en 2010.
Según el informe de Global Reporting Initiative (GRI), “el objetivo de GFANRI es guiar el desarrollo de la política alimentaria, la agricultura y los arreglos institucionales por parte de las múltiples partes interesadas que tendrán que hacer frente a las necesidades de alimentación y nutrición actuales y futuras en el ámbito de un desarrollo ambientalmente sostenible”.
Con un declarado enfoque hacia “los niños menores de dos años y los niños en edad escolar”, la estrategia establece una serie de recomendaciones para “fortalecer la productividad de los pequeños agricultores, la calidad de sus productos, su acceso a los mercados y las cadenas de valor, y el crecimiento del ingreso para la reducción de la pobreza”, todo ello con un fuerte énfasis en la participación del sector empresarial privado, las asociaciones público-privadas y las iniciativas de múltiples partes interesadas.
Desde 2010, GFANRI ha integrado una variedad de iniciativas que incluyen la Alianza mundial por una nutrición mejorada (GAIN), la Asociación africana por una revolución verde (AGRA), la Nueva alianza para la seguridad alimentaria y la nutrición para África del G7, el Grupo de trabajo de alto nivel para la crisis mundial de seguridad alimentaria del Secretario General de la ONU (HLTF) y su iniciativa, en paralelo, de colaboración público-privada por parte del G8, la Alianza mundial para la agricultura y la seguridad alimentaria y la iniciativa Scale Up Nutrition (SUN).
Estos organismos de múltiples partes interesadas abogan por una política basada en la creencia de que la liberalización del comercio internacional puede garantizar la alimentación y la seguridad nutricional mundial y nacional, sin necesidad de una gobernanza mundial o nacional específica. Ignoran deliberadamente el impacto del ajuste estructural, las condiciones totalmente injustas del comercio internacional impuestas por los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) y el papel de las políticas neoliberales en el debilitamiento de la seguridad alimentaria.
Estas iniciativas pro-corporativas surgieron a raíz de la crisis alimentaria mundial de 2007/2008, pero mucho antes de esto, los países más ricos buscaron constantemente socavar los espacios multilaterales clave dedicados a la alimentación y la nutrición. En particular, lucharon por:
1. Restringir el mandato político de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para proveer asistencia técnica agrícola;
2. Desmantelar el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA); y
3. Cerrar el Comité Permanente de Nutrición de las Naciones Unidas (UNSCN), el organismo armonizador para la nutrición global.
La tendencia global ha sido transferir progresivamente la gobernanza de “zonas de políticas conflictivas” de los espacios intergubernamentales a los de múltiples partes interesadas, muy influenciadas, si no dirigidas por la agenda y los intereses privados del sector empresarial. Esta tendencia excluye a aquellos que no están de acuerdo, y esquivan aquellos espacios intergubernamentales legítimamente existentes, de un país un voto, sobre políticas de alimentación y nutrición, tales como el CSA, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO.
La aparición de un CSA reforzado, con una fuerte participación de la sociedad civil después de la crisis alimentaria planteó un desafío a esta visión y al proceso dirigido por las empresas. Pero la determinación para transitar hacia un foro de gobernanza constituido por múltiples partes interesadas continúa su camino a buen ritmo, y se considera el tema de la nutrición como el mejor punto de entrada para estos avances.
La iniciativa SUN es quizás la más desarrollada de las propuestas de gobernanza de partes interesadas promovidas por la Global Reporting Initiative, formada por 123 empresas. Surgió de una idea del Banco Mundial, a su vez basada en múltiples iniciativas de la Fundación Bill y Melinda Gates, e intensamente promovida por el personal de la oficina del Secretario General de la ONU. Se ha convertido en una institución poderosa después de que el Banco Mundial, UNICEF y los gobiernos de los países ricos efectivamente minaran y luego se retiraron del Comité Permanente de las Naciones Unidas sobre Nutrición (UNSCN).
En noviembre de 2014, se filtró que algunos responsables de las agencias de la ONU estaban tratando de cerrar el UNSCN sin consultar a los miembros de la ONU a la espera de la puesta en marcha de un Secretariado de la red SUN que sería acogido por el Programa Mundial de Alimentos (PMA). A lo largo de 2015, los aliados más cercanos de SUN buscaron incrementar su visibilidad y su papel en el Comité de la FAO sobre la Seguridad Alimentaria. Declaraciones del G7 en 2015 en apoyo de la agenda de SUN, una cada vez más estrecha relación entre la Secretaría del CSA y la Fundación Gates y el anuncio por el Secretario General de la ONU de su intención de nombrar a un nuevo coordinador del Movimiento SUN, que tendría un puesto de Secretario General Adjunto en la ONU, muestra hasta qué punto ha avanzado ya este programa. Todo ello tuvo lugar al mismo tiempo que las empresas privadas trataron (sin éxito) de aumentar su representación de uno a cuatro miembros en el grupo asesor de la oficina del CSA.
La captura corporativa de la nutrición pone en peligro la consecución de la soberanía alimentaria y la plena emancipación de las mujeres. Trae consigo los suplementos alimenticios industrializados, píldoras y nutrientes en polvo, y otras sustancias para enriquecer los alimentos que no sirven a los objetivos de salud pública e instrumentaliza el papel de las mujeres como madres y proveedoras de alimentos a sus familias.
Mientras tanto, los esfuerzos del movimiento por la soberanía alimentaria para tratar de forma inseparable los alimentos y la nutrición y vincular alimentación, salud y nutrición con la salud del planeta no cabe en los planes de SUN o en los de otras agendas capturadas por las empresas.
Esta forma de captura empresarial, por lo tanto, representa una “apropiación de la vida”. Los pueblos del mundo deben pedir a los Estados que rechacen dicha captura empresarial y reafirmen la soberanía popular y los derechos humanos como un paso fundamental para hacer frente a todas las formas de desigualdad, opresión y discriminación, al tiempo que deben democratizar las sociedades nacionales y globales.