Mayores aspiraciones: la política más allá de las urnas

Igual que con el referéndum escocés, la derrota electoral se puede transformar en un éxito político; un nuevo movimiento está surgiendo en el Reino Unido.

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Flickr - By D B Young

Dos palabras se han convertido en mantras en el balbuceo postelectoral: ‘miedo’ y ‘aspiración’, a veces en contraposición a ‘esperanza’ e ‘igualdad’ respectivamente. Sería útil examinar las dos palabras. Necesitamos reflexionar en los meses venideros en un lenguaje que nos ayude a expresar lo que tenemos entre manos. Se sembraba en efecto mucho miedo durante las elecciones. Y en los últimos días los Tories dirigieron el miedo que muchas personas sienten hacia el Partido Laborista y su posible alianza con el Partido Nacional Escocés (SNP por su sigla en inglés).

Un ambiente de miedo refuerza el deseo subyacente por el orden y la antipatía por el cambio. Este ambiente induce a la parálisis. Pero lo contrario del miedo no es la esperanza; es la autoconfianza, especialmente la colectiva. La esperanza es importante, pero a menos que se combine con la autoconfianza y un sentido del poder propio —conferido por la alianza con otros para emprender la acción efectiva— puede ser también pasiva.

Analicemos el apoyo a Barack Obama en 2008. Su lema fue la esperanza, pero en que otro realizara el cambio en nuestro nombre. Hizo que mucha gente se sintiera bien, lo que animó a algunas personas a actuar por sí mismas con la esperanza de que Obama les apoyara. Por ejemplo, unos trabajadores de Chicago ocuparon su fábrica para salvar sus puestos de trabajo, instando a Obama a intervenir. Pero por lo general la campaña y la acción gubernamental de Obama no han construido la autoconfianza necesaria para emprender la acción colectiva, incumpliendo en consecuencia sus promesas.

Buitres carroñeros

El abuso del concepto de la aspiración ha sido flagrante, como si se tratara exclusivamente del éxito privado del mercado. Los buitres carroñeros de Mandelson y Blair —que reaparecieron para graznar ‘te lo dije’ en la cara del vencido Ed Miliband— no sólo abogan por volver a los años noventa sino a los años cincuenta, cuando nos decían  ‘nunca habéis estado tan bien, vótanos y tendréis coche, casa y lavadora’.

Es otro caso no sólo de la pasividad sino de la relajación frente a la desigualdad que el mercado capitalista produce inevitablemente. Pero también sabemos por las infames palabras de Mandelson de su “intensa relajación” ante las personas “asquerosamente ricas”, cuando él y la mayoría de los contendientes al liderato laborista han luchado toda la vida —y casi lo consiguen— para aplastar un movimiento obrero activo y con confianza en sí mismo.

Con la victoria de Cameron nos enfrentaremos al intento de completar la agenda de Thatcher de destruir a los sindicatos y desmantelar el Estado de bienestar. No debemos subestimar este intento: contemplaremos un ataque concertado —tan agresivo o más que el de Thatcher— contra los derechos colectivos y las victorias sociales ganados gracias al significado contrario de la aspiración; es decir, la aspiración que mediante la acción social y colectiva beneficia a una clase o una comunidad oprimida.

En el sentido social, la aspiración es la esencia del movimiento sindical, tan difamado por los mismos buitres políticos. La idea se inspira en Marx: “el libre desarrollo de cada uno es la condición para el libre desarrollo de todos”.

Este sentido de la aspiración puede rastrearse desde el énfasis de William Morris en la realización individual a través de la comunidad al movimiento de liberación de la mujer que fueron ejemplo de movimientos de liberación personal mediante la acción colectiva y la solidaridad. Sabíamos que solo mediante un poderoso movimiento social en asociación con otros podríamos eliminar las profundas desigualdades estructurales que obstaculizaban las aspiraciones de las mujeres. Fue fundamental para el carácter y el éxito de aquel movimiento el énfasis en la construcción de la autoconfianza y las redes de apoyo mutuo, lo que permitía a las personas actuar políticamente a la vez que se las arreglaban en privado con las pruebas cotidianas de ser mujer. 

Reacción inmediata

Ahora todavía más: la reacción inmediata que representaron las protestas a raíz del susto del viernes 8 de mayo es la expresión de una lucha por sobrevivir. Negarse llega a ser una necesidad. El caso de las siete estudiantes que organizaron una gran protesta postelectoral en Bristol es ejemplar. 

“Como muchas otras personas nos sentíamos perdidas y sin esperanza después de las elecciones, pero la protesta en Downing Street nos inspiró a actuar pacíficamente para hacer oír nuestras voces”, dijo una de las jóvenes, Megan Foster Flaherty, que buscaba un momento entre sus exámenes para hablar. “Se trata de ayudar a las personas más vulnerables a sobreponerse a la austeridad en los duros años que nos esperan. Nos decíamos: si no nosotras, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo? Fue eso lo que nos llevó a actuar tan rápidamente. Lo que nos ha gustado es que nuestra protesta es solo una de las muchas que tienen lugar actualmente en el Reino Unido”.

Esta combinación de un sentido de la injusticia y la exclusión ilegítima, junto con el silencio y un fuerte sentido de la responsabilidad personal es la receta perfecta para la acción directa. Y lo vamos a contemplar cada vez más y en más ámbitos: desde más ocupaciones de casas por parte de comunidades que quieren salvar sus hogares de la limpieza social y la especulación inmobiliaria a la organización militante de trabajadores precarios, como el sindicato de empleados de hotel de Unite que animaban a los camareros a organizarse para combatir el acoso laboral.

“Cuando te organizas, puedes enfrentarte a los acosadores y el sistema que los produce. No estás solo, te juntas con tus compañeros y compañeras y os defendéis. Organízate y lucha” reza su página de Facebook. Ewa Jasiewicz, sindicalista, tiene muy claro la importancia de construir la autoconfianza mutua: “La organización depende de la acción colectiva  y ganar pequeñas victorias que llevan a las grandes. Debemos realizar los cambios nosotras mismas. Tenemos que construirnos las unas a las otras”.

Esta idea de ‘construirse’ se extiende rápidamente “No pensábamos que la protesta se hiciera tan grande”, comenta Megan sobre ‘Bristol contra la austeridad’. “Se han producido protestas en Cardiff, Sheffield y Glasgow. Los medios de comunicación nacionales no informan de ellas; sólo nos enteramos por Twitter.” Las protestas finalizaron con la gran manifestación en Londres del 20 de junio.

El proceso de relacionarse se ha activado rápidamente, ayudado por las herramientas tecnológicas, pero impulsado por la indignación y la determinación. Se convocó en Londres una asamblea [denominada Asamblea Radical] una semana después de las elecciones a la que asistieron más de 1000 activistas involucrados en la acción directa que les infundió la confianza necesaria para intensificar su militancia y fortalecer sus alianzas.

Mirando hacia Escocia

Podemos mirar hacia Escocia para inspirarnos, para la posibilidad y el conocimiento para construir un movimiento interconectado que funcione mediante la buena comunicación y las ideas comunes en vez de una organización centralizada. La Radical Independence Campaign proporciona un ejemplo imponente de un movimiento de aspiraciones, a la manera social del movimiento obrero que Mandelson et al no reconocerían y que Miliband —en su deferencia hacia el Estado de Westminster— desconocía.

La lección reside en que nos demos buena cuenta de que el nacionalismo no era el tema central, sino el cambio político radical. Se trata de un movimiento que cree autonomía social y política contra la austeridad y utilice la posibilidad de la independencia como medio para despojarse del yugo neoliberal e imperialista de Westminster. Muchas de las personas candidatas del SNP en las últimas elecciones salieron de este movimiento o fueron influenciadas por él, a pesar de que sea autónomo del SNP. Están en Westminster y su agenda es contra la austeridad y a favor de la democracia, no nacionalista. En palabras de George Kerevan, diputado por East Lothian, en Red Pepper: “Cuidado con los activistas del SNP al sur de la frontera [escocesa]. Si hay manifestaciones contra la austeridad en Londres, allí estaré.

No está solo. Y aunque bajo el mandato de Cameron hay poco que él y sus compañeros del SNP pueden hacer teniendo en cuenta el procedimiento convencional de Westminster, una alianza de diputados progresistas contra la austeridad —lo que incluye Plaid Cymru, la izquierda laborista y la victoriosa diputada verde Caroline Lucas— puede contribuir a amplificar las voces y las demandas de un movimiento nacional.

Cambio constitucional

La presencia del SNP, junto con el hecho de tener un Gobierno que solo haya votado el 24 por ciento del electorado, nos recuerda la urgencia de la democracia y la naturaleza rota de nuestra constitución proélite no escrita. Esto señala la necesidad, junto con las acciones contra la austeridad, de luchar por un proceso constitucional abierto para todo el Reino Unido -lo que incluye las ciudades y regiones inglesas, con el fin de redactar una constitución que redefina de manera radical la política, basándola en la participación popular, tanto en su elaboración como en su carácter final.

Los Tories están ya fusionando la destrucción del Estado de bienestar y más privatizaciones con la transferencia de competencias a regiones urbanas, empezando por Manchester. Necesitamos reaccionar con una clara alternativa política enraizada en las necesidades del pueblo. Aquí podemos también aprender de Podemos, que está impulsando un proceso similar en respuesta a la crisis del Estado español y la demanda de autodeterminación en Cataluña.

La colaboración con Podemos y Syriza, con sus grandes círculos en el Reino Unido, es vital para el movimiento que necesitamos crear. Esto nos lleva al tema ineludible del referéndum sobre la Unión Europea. Vi a Cameron celebrar su victoria en el televisor de un amigo en Atenas, después de una conversación nocturna con miembros de Syriza. Recalcaban la naturaleza decididamente política de las condiciones que la Unión Europea imponía sobre Syriza: la determinación neoliberal de aplastar un desafío político que podría extenderse.

Cameron y Osborne tienen causa común con esta Unión Europea. El referéndum se ha convocado principalmente para limitar los daños producidos por UKIP a los Tories. Debemos rechazar su cínica elección entre el sí o el no, es decir un súper-Estado neoliberal o un Little England xenófobo y convertir el referéndum en una plataforma de estrategia práctica  para otra Europa. Esto debería incluir la visita de activistas de Podemos y Syriza implicados en los tipos de luchas —por ejemplo, contra los desahucios o la construcción de un movimiento solidario en torno a la comida— en las que muchas personas están aquí involucradas.

Hay tanto que hacer más allá de las urnas electorales. Y hay señales de que miembros del Partido Laborista ya se dan cuenta de esto también. Se habla mucho de ‘un movimiento’, un rechazo de las elecciones en torno al liderato, creando vínculos entre las distintas delegaciones del Partido para suscitar el debate y el apoyo para las luchas locales. Las personas que dirijan un movimiento de estas características deberían ser como las estudiantes de Bristol que sacaron a miles de personas a la calle antes de que los futuros líderes laboristas hubieran pronunciado ni una palabra contra el nuevo Gobierno.

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