Crónicas de la Coca: Monitoreo de la revisión de la ONU sobre la coca Número 1: Bolivia desafía la prohibición de la hoja de coca por parte de la ONU
Casi 75 años después de que las Naciones Unidas llamara a la abolición de los usos tradicionales de la hoja de coca, el mundo tiene una nueva oportunidad de corregir este grave error histórico. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por iniciativa de Bolivia, llevará a cabo un “examen crítico” de la hoja de coca durante el próximo año. Basándose en sus conclusiones, la OMS podría recomendar cambios en la clasificación de la coca según los tratados de control de drogas de la ONU. Las recomendaciones de la OMS serán sometidas a la aprobación de la Comisión de Estupefacientes (CND, por sus siglas en inglés) de la ONU, y podrían ser votadas en 2025.
Cambiar el estatus de la coca en los tratados sobre drogas podría reivindicar los derechos de los pueblos indígenas y abrir mercados internacionales legales para los productos naturales de la coca, fortaleciendo las economías andinas y llevando los beneficios de la coca a un número cada vez mayor de personas en el mundo. El proceso de revisión de la coca también puede ayudar a modernizar un sistema de tratados de drogas que sigue sumido en sesgos colonialistas y prejuicios raciales de los cuales surgió a mediados del siglo XX. Desde la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y Transnational Institute (TNI) seguiremos de cerca el proceso de revisión de la coca y examinaremos los aspectos clave del debate. En esta primera entrega de Crónicas de la coca, analizamos cuatro cuestiones básicas.
3. Ahora que Bolivia ha activado un proceso de revisión de la coca, ¿cuáles son los próximos pasos y el posible cronograma?
Este primer paso del proceso que Bolivia ha iniciado será un estudio realizado por el Comité de Expertos de la OMS, basado en la bibliografía científica disponible, los aportes de las Partes en el tratado (incluyendo el expediente que Bolivia ya ha presentado) y las contribuciones de las organizaciones de la sociedad civil. En función de las conclusiones de su estudio, el Comité de Expertos presentará los cambios recomendados en la clasificación de la coca a la Comisión de Estupefacientes (CND), el organismo de las Naciones Unidas encargado de las políticas sobre drogas, con sede en Viena. Posteriormente, los 53 países que componen la CND votarán sobre las recomendaciones, siendo necesaria una mayoría simple para su aprobación.
Para garantizar que la OMS lleve a cabo su revisión científica de la forma más exhaustiva, inclusiva y multidisciplinar posible, el Dossier de sustentación de Bolivia destaca numerosas dimensiones que el proceso de revisión debe tener en cuenta. Dada la centralidad de la coca en las prácticas culturales, ceremoniales y de medicina tradicional de muchos pueblos indígenas de la región andino-amazónica —y dados los grotescos prejuicios sobre los pueblos indígenas que impulsaron la decisión inicial de clasificar la coca como estupefaciente— el dossier destaca la necesidad imperiosa de garantizar que se incluya ampliamente a los pueblos indígenas en el proceso de revisión, así como a expertos en “medicinas tradicionales”.
Se espera que la revisión crítica de la OMS concluya a finales de 2024, lo que sentaría las bases para una votación en la sesión de la CND en marzo de 2025. El resultado ideal, en opinión del gobierno boliviano, sería que la OMS recomendara eliminar la coca por completo de las listas de la Convención Única. En principio, la OMS podría recomendar trasladar la coca a la Lista II, menos restrictiva, junto con la codeína y otros opiáceos más suaves. Pero, que sea designada en Lista II significaría que la hoja de coca seguiría estando limitada a fines médicos y científicos, aunque sujeta a menores niveles de control administrativo. Es probable que cualquier recomendación para modificar el actual estatus de la coca en la Lista I enfrente fuertes vientos en su contra en la CND, donde reunir los votos necesarios para promulgar un cambio en el estatus de la coca probablemente encontraría importantes obstáculos.
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4. ¿Qué retos le esperan al proceso de revisión de la coca en la ONU?
Hace una década, cuando Bolivia salió de la Convención Única y luego logró reincorporarse a ella con una reserva que defendía el uso tradicional de la hoja de coca dentro de Bolivia, Estados Unidos se opuso rotundamente. El gobierno del presidente Barack Obama encabezó una campaña para bloquear la reserva boliviana. Al presentar su objeción formal, la administración de Obama destacó la preocupación de Estados Unidos de que “la reserva de Bolivia probablemente conduciría a una mayor oferta de coca disponible y, como resultado, habría más cocaína disponible para el mercado mundial de cocaína, alimentando aún más el narcotráfico y las actividades delictivas asociadas en Bolivia y los países a lo largo de la ruta del tráfico de cocaína”. Todos los países del G8 y varios otros países europeos se unieron al gobierno estadounidense en su objeción. Al final, la coalición formada por Estados Unidos no consiguió impedir que Bolivia volviera a adherirse al tratado, y desde entonces, tanto México como Holanda han retirado formalmente sus objeciones originales. Pero es casi seguro que las razones de Estados Unidos para oponerse a la reserva de Bolivia en 2012 volverán a surgir a medida que se aviven los debates en torno a la revisión crítica de la OMS sobre la coca. Especialmente en Europa, han surgido nuevas preocupaciones sobre el aumento del consumo de cocaína y el aumento de los niveles de violencia asociados con el comercio ilícito de cocaína.
Como destacó el presidente Arce en su carta en junio al Secretario General (Guterres) de la ONU, la “intención [de Bolivia] no es disminuir en ninguno medida la fiscalización internacional del cultivo de coca y el uso de las hojas de coca para la producción ilícita de cocaína”. Incluso si la hoja de coca se suprimiera por completo de las listas de la Convención Única, el tratado contiene artículos específicos que seguirían exigiendo a las Partes la adopción de medidas para impedir que la hoja de coca se utilice como materia prima en la producción ilícita de cocaína. Además, como se argumenta en el dossier adjunto, el “temor de que el mercado internacional de venta legal de té de coca, harina de coca, ypadú o mambe y otros productos derivados de la coca podría convertirse en una fuente clandestina de producción de cocaína es totalmente infundado”. El proceso de extracción es demasiado complicado como para pensar siquiera en utilizar un kilo de bolsitas de té o mambe para extraer un gramo de cocaína y, por una cuestión económica, tal esfuerzo simplemente no sería compensado.
Hasta ahora, dos países —Colombia y México, ambos miembros de la CND— han expresado públicamente su apoyo al proceso de revisión iniciado por Bolivia. Cualquier eventual recomendación de la OMS de reclasificar la hoja de coca, o de eliminarla por completo de la Convención Única, necesitará el respaldo de un grupo mucho mayor de países para ser aprobada por la CND. La propia CND se ha convertido en un espacio cada vez más polarizado en los últimos años, y cabe esperar que la revisión de la coca desencadene debates muy polémicos.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos advirtió recientemente que el actual modelo de control de drogas “perpetúa los patrones existentes de discriminación, incluso contra los afrodescendientes, las mujeres y los pueblos indígenas”, pidió que se ponga fin a la “guerra contra las drogas,” e hizo un llamado a centrar la atención “en un cambio transformador, elaborando políticas que se basen en evidencia [y] que pongan los derechos humanos en su centro”. Una revisión basada en pruebas de la clasificación de la hoja de coca es un paso importante hacia la transformación de un sistema de tratados que parece congelado en el tiempo. La revisión que se está llevando a cabo brinda una oportunidad extraordinaria para deshacer una grave injusticia histórica, resolver el innegable conflicto entre la Convención Única y los derechos indígenas, generar oportunidades de sustento lícito para las y los cultivadores de coca, contribuir con la consolidación de la paz en la región andina, y poder compartir las propiedades beneficiosas de la hoja de coca con el resto del mundo.