Estos patrones confirman las fuertes interdependencias que surgen entre Oriente Medio (especialmente la región del Golfo) y Asia (especialmente China) en el sector del petróleo. Pero esto abarca mucho más que la simple exportación de crudo de Oriente Medio a Asia; más bien, es un proceso que implica un considerable aumento en las inversiones interregionales entre ambas regiones. Estas inversiones provienen tanto de las EPN del Golfo y Asia como de los principales conglomerados de propiedad privada ubicados en ambas regiones. Con estos movimientos de capital se genera una profunda interconexión de todos los pasos en la cadena de valor del petróleo: refinación, producción petroquímica y circulación posterior de productos petroleros hacia el consumidor. Así, los intereses vinculados a los hidrocarburos del Golfo están integrados en las redes de producción asiáticas, y viceversa. En el plano político, estas conexiones también se acompañan del desarrollo de lazos mucho más fuertes entre las dos regiones, reflejados en una serie de acuerdos bilaterales recientes, visitas gubernamentales de alto nivel y diversas iniciativas diplomáticas.
Para tener una imagen más clara de estos movimientos de capital y lo que implican, es esencial analizar todos los aspectos del circuito de los hidrocarburos: exploración, extracción, refinación y comercialización, y actividades como transporte, perforación, almacenamiento y tendido de oleoductos. Entre 2012 y 2021, China realizó inversiones por más de 76 000 millones de dólares en todo el mundo en actividades relacionadas con el petróleo.33 La primera fase de estas inversiones chinas (2012-2016) se cumplió tras el anuncio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y se centró principalmente en América del Norte, Europa Occidental y Rusia/Asia Central. Sin embargo, a partir de 2016, las inversiones chinas en el extranjero relacionadas con el petróleo sufrieron un cambio de rumbo importante. Entre 2017 y 2021, más del 30 por ciento de estas inversiones chinas se destinaron a Oriente Medio, más que a cualquier otra región, lo que quintuplicó su inversión en Oriente Medio en comparación con el período 2012-2016.
Esta inversión otorgó a las empresas chinas un papel destacado en las industrias derivadas del petróleo en todo Oriente Medio. En Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, las empresas chinas son socias principales de la estatal Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC) y tienen importantes intereses en yacimientos petroleros en tierra y en alta mar. En Irak, una empresa china de propiedad privada opera uno de los mayores yacimientos de petróleo del mundo, el «supergigante» Majnoon. En Kuwait, una subsidiaria de la empresa petrolera china Sinopec se convirtió en la mayor contratista de perforación de petróleo, controlando el 45 por ciento de los contratos de perforación en el país. El mayor negocio que involucra a China en el sector petrolero de Oriente Medio se concretó en 2021: se trata de la inversión china en una empresa mixta multinacional que tiene una participación del 49 por ciento en Aramco Oil Pipelines Co., una empresa que tendrá derecho a recibir pagos de aranceles durante 25 años por el transporte de petróleo a través de la red de oleoductos de crudo de Aramco en Arabia Saudita.
A la vez que se produce esta corriente de inversión china en Oriente Medio, los Estados del Golfo se han convertido en la principal presencia extranjera en el sector petrolero chino, a través de numerosas empresas mixtas con entidades chinas. Estos proyectos tienen como objetivo asegurar una cuota de mercado para las exportaciones de crudo del Golfo e incluyen refinerías, plantas petroquímicas, infraestructura de transporte y redes de comercialización de combustibles. Un ejemplo importante es el Complejo Integrado de Refinería y Petroquímica Sino-Kuwait, una empresa mixta por partes iguales entre Sinopec y la Kuwait Petroleum Corporation, que es la mayor empresa mixta de refinería en China e incorpora en su interior el mayor puerto petroquímico del país (completado en mayo de 2020). Tanto la refinería como el puerto se consideran componentes integrales de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que permite a China importar crudo del Golfo para producir combustibles y otros productos químicos básicos que luego se exportan a países asiáticos vecinos. Por su parte, la importante presencia de Arabia Saudita en China es evidente a través de varias empresas mixtas entre Saudi Aramco y firmas chinas en el sector de la refinación y la petroquímica, así como una red de más de mil estaciones de servicio en la provincia de Fujian, que fue la primera empresa mixta de venta de combustibles a nivel de provincia en el país. Estas asociaciones conciernen tanto a las EPN chinas, como es el caso de Sinopec, como a las principales empresas privadas de refinación en China (que controlan cerca de 30 por ciento de los volúmenes de refinación de crudo del país). Qatar también es un destacado inversor del Golfo en el sector energético chino, dedicándose especialmente a conseguir mercados para sus exportaciones de gas natural licuado.
Esta expansión de la industria de hidrocarburos del Golfo en China forma parte de una participación más amplia de los Estados del Golfo en los sectores relacionados con el petróleo en otros países asiáticos. De hecho, entre 2012 y 2021, casi la mitad (en valor) de todas las inversiones extranjeras procedentes de fuera de Asia en recursos relacionados con el petróleo en Asia se originaron en el Golfo, incluyendo los cuatro mayores negocios de ese período.34 Con estas inversiones, las empresas del Golfo buscan expandir su producción de productos refinados del petróleo y productos químicos básicos en la propia Asia (utilizando materias primas crudas importadas desde el Golfo), que luego son distribuidos en Asia por las divisiones comerciales de las empresas del Golfo. Los principales objetivos en la región para la diversificación en refinación y comercialización de las empresas petroleras del Golfo son Corea del Sur, Singapur, Malasia y Japón. En estos cuatro países, cada uno de los cuales posee una capacidad industrial instalada que suele estar estrechamente relacionada con la acumulación de grupos capitalistas locales, las empresas del Golfo han adquirido en pleno o en parte compañías líderes y también emprendieron otros tipos de asociaciones, como empresas mixtas.
No sorprende que la principal empresa del Golfo en este aspecto sea Saudi Aramco, que tiene una destacada presencia en Estados clave de Asia. En 2015, por ejemplo, Saudi Aramco adquirió el control de la empresa sudcoreana S-Oil, que es la tercera compañía de refinación del país (posee aproximadamente una cuota de 25 por ciento del mercado) y opera la sexta mayor refinería del mundo (ubicada en Ulsan, Corea del Sur). Esta adquisición permitió a S-Oil expandir su capacidad petroquímica en Corea, y la empresa es ahora uno de los principales productores de diversos combustibles refinados y productos químicos básicos que la división comercial regional de Saudi Aramco (Aramco Trading Singapore) exporta luego a otros países asiáticos. También en Corea del Sur, Saudi Aramco se convirtió en la segunda mayor accionista de Hyundai Oilbank en 2019, tras la compra del 17 por ciento de las acciones de la compañía. Hyundai Oilbank es la cuarta compañía de refinación de Corea y es mayoritariamente propiedad del conglomerado industrial Hyundai. Actualmente, Saudi Aramco construye en Malasia una refinería y planta petroquímica que se proyecta como la mayor planta petroquímica de refinación y comercialización de Asia; el proyecto es una empresa mixta por partes iguales con la EPN malasia Petronas. En Japón, Saudi Aramco se convirtió en 2019 en la segunda accionista de Idemitsu Kosan, la segunda refinería del país, que controla aproximadamente un tercio del mercado nacional de productos petroleros a través de seis refinerías y una red de 6400 estaciones de servicio minoristas.