La econormalización árabe-israelí El ecoblanqueo del colonialismo de asentamiento en Palestina y el Jawlan

La descripción que hace Israel de la Palestina anterior a 1948 como un desierto estéril transformado en un oasis floreciente tras su establecimiento es una narrativa utilizada para ecoblanquear su estructura de colonialismo de asentamiento y apartheid. Los Acuerdos de Abraham, vistos como superioridad medioambiental, refuerzan la imagen de Israel al tiempo que estrechan lazos con los Estados árabes para proyectos de colaboración en energías renovables y agricultura, que el movimiento palestino BDS considera una normalización de la opresión israelí.

Este artículo examina la econormalización en Palestina y en Jawlan, cuestiona su impacto en la lucha anticolonial palestina y en la transición justa de la agricultura y la energía, e introduce el «ecosumud» como resistencia al ecoblanqueo de Israel. Aparece en el libro «Dismantling Green Colonialism: Energy and Climate Justice in the Arab Region», publicado por Pluto Press.

Autores

Longread de

Manal Shqair
Illustration by Othman Selmi

Illustration by Othman Selmi

Israel describe a la Palestina anterior a 1948 como un desierto vacío y reseco, y sugiere que después de la creación del Estado de Israel ese desierto reseco se convirtió en un oasis floreciente.1 Para Israel y sus partidarios, lo que rodea ese oasis es un Oriente Medio temible, degradado y árido que está descendiendo en el primitivismo y el atraso.2 La imagen de un Israel verde, que contrasta con un Oriente Medio salvaje y no democrático, ha sido fundamental en sus esfuerzos por ecoblanquear su estructura de colonialismo de asentamiento y apartheid. Israel utiliza su experiencia en la agroindustria, la forestación, las soluciones hídricas y la tecnología de energía renovable como parte de sus esfuerzos y su narrativa de ecoblanqueo a nivel mundial.3

La idea de la superioridad ambiental de Israel sobre el resto del Oriente Medio (y el Norte de África) se reforzó después de que firmara los Acuerdos de Abraham con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Marruecos y Sudán en 2020. Los Acuerdos de Abraham son un tratado de normalización mediado por los Estados Unidos que también busca reforzar las relaciones de normalización (existentes) con otros países árabes que no forman parte oficialmente del tratado, incluidos aquellos que aún no han formalizado sus relaciones de larga data con Israel, como Arabia Saudita y Omán, y aquellos que ya lo han hecho, como Egipto y Jordania. La coalición de esos Estados árabes que se formó al amparo de los Acuerdos de Abraham se comprometió a mejorar la colaboración con Israel en cuestiones relacionadas con la seguridad, la economía, la salud, la cultura y el medio ambiente, entre otras.4 En los últimos dos años, en el marco del acuerdo, Israel y estos Estados árabes en vías de normalización firmaron varios memorandos de entendimiento para llevar a cabo proyectos ambientales conjuntos relacionados con la energía renovable, la agroindustria y el agua.5

El Comité Nacional Palestino del Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS, por sus siglas en inglés), dedicado a cesar la complicidad internacional con la opresión israelí, define la normalización como «la participación en todo proyecto, iniciativa o actividad, local o internacional, que reúne (en la misma plataforma) a palestinos (y/o árabes) e israelíes (individuos e instituciones)».6 BDS explica que los actos de normalización no cumplen las condiciones fijadas por el movimiento con respecto al derecho palestino a la autodeterminación, el desmantelamiento del sistema de opresión israelí en tres capas (colonialismo de asentamiento, apartheid y ocupación militar) y el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares, tal como lo consagra la Resolución 194 de las Naciones Unidas.7 Israel utiliza la normalización para naturalizar su apartheid y su colonialismo de asentamiento. En este sentido, el centro de investigación palestino Al-Shabaka observa que los proyectos colaborativos considerados favorables para el medio ambiente entre Israel y los Estados árabes son una forma de econormalización.8 La econormalización se presenta en este capítulo como el uso del ‘ambientalismo’ para ecoblanquear y normalizar la opresión israelí y las injusticias ambientales derivadas de ella en la región árabe y demás.

Este capítulo investiga la econormalización tanto en Palestina como en el Jawlan (los Altos del Golán sirios ocupados),9 y plantea dos interrogantes: 1) ¿De qué modo la econormalización, como instrumento de ecoblanqueo, socava la lucha anticolonial palestina? 2) ¿De qué modo la econormalización obstaculiza la transición hacia la justicia agrícola y energética en Palestina, que está intrínsecamente vinculada a la lucha palestina por la autodeterminación? El capítulo también introduce el concepto de ecosumud (resistencia ecológica) frente a la opresión israelí, y el papel que desempeña para contrarrestar el ecoblanqueo de la econormalización.

Illustration by Othman Selmi

Proyectos de econormalización

El 8 de noviembre de 2022, durante la 27ª Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh,10 Jordania e Israel firmaron un memorando de entendimiento mediado por los EAU para continuar con un estudio de viabilidad de dos proyectos interconectados, llamados Prosperity Blue y Prosperity Green, que juntos constituyen el proyecto Prosperity. Según las condiciones del acuerdo, Jordania comprará anualmente 200 millones de metros cúbicos de agua de una planta desalinizadora israelí, que se instalará en la costa mediterránea (Prosperity Blue). La planta desalinizadora de agua utilizará la energía producida por una central de energía solar fotovoltaica de 600 MW (Prosperity Green), que Masdar, una empresa de energía renovable de propiedad estatal de EAU, construirá en Jordania. Las partes del acuerdo tienen la intención de presentar planes más concretos sobre la puesta en marcha de los proyectos en la COP28, que tendrá lugar en los EAU en 2023.11

La idea del Proyecto Prosperity la propuso por primera vez Eco-Peace Middle East, una organización no gubernamental israelí-jordano-palestina que promueve la normalización ambiental entre las tres partes, en el marco del Pacto Verde-Azul para el Oriente Medio, una iniciativa que intenta abordar problemas relacionados con el agua y la energía en Israel, Palestina y Jordania. Aunque Palestina es parte de este acuerdo, no participa en el Proyecto Prosperity.12

Unos meses antes de la COP27, en agosto de 2022, Jordania se sumó a Marruecos, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y Omán en la firma de un memorando de entendimiento con dos empresas de energía israelíes para implementar proyectos de energía renovable en estos países. Enlight Green Energy (ENLT) y NewMed Energy (en adelante, ENLT-NewMed), las dos empresas israelíes participantes en este enorme proyecto energético, se encargarán de iniciar, financiar, construir, desarrollar y operar plantas de energía renovable en tierras árabes. Estos proyectos de energía ‘verde’ incluirán la producción de energía eólica y solar, así como el almacenamiento de energía. Mientras que ENLT se especializa en proyectos de energía renovable, NewMed es una empresa de gas natural y petróleo, y ambas, especialmente NewMed, desempeñan un papel clave en el fortalecimiento de los lazos de normalización con los Estados árabes mediante acuerdos de energía, tanto de combustibles fósiles como de energía verde.13

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Prosperity Blue: Israel sacia la sed de la reseca Jordania

Jordania padece una crisis hídrica desde hace décadas, que en los últimos años se ha profundizado. Los medios de comunicación convencionales sugieren que el motivo radica en el creciente número de refugiados sirios e iraquíes que Jordania acoge, además de la crisis climática. De hecho, el ingreso de refugiados que huyen de guerras imperialistas libradas en sus países hizo que Jordania fuera incapaz de satisfacer la creciente demanda de agua.14 Sin embargo, culpar exclusivamente a los refugiados sirios e iraquíes por el agravamiento de la escasez de agua sin destacar la causa de fondo de esa escasez –la usurpación israelí del agua de Jordania– es una actitud racista y xenófoba. También desvía la atención del papel que desempeñó Israel en convertir a Jordania en un país reseco. Durante décadas, Israel ha agotado los recursos hídricos jordanos para beneficiarse económica y políticamente. Las narrativas de ecoblanqueo de Prosperity Blue en los medios de comunicación israelíes y occidentales eximen a Israel de su responsabilidad en la crisis del agua jordana.15

Tras la firma del memorando de entendimiento del Proyecto Prosperity en 2022, el periódico Times of Israel comentó que «Jordania es una de las naciones con mayor deficiencia hídrica del mundo. La nación [...] se enfrenta a perspectivas hídricas precarias a medida que su población crece y las temperaturas suben. Israel también es un país cálido y seco, pero su avanzada tecnología de desalinización habilitó oportunidades para la venta de agua dulce».16 Este comentario refleja el núcleo de la narrativa israelí de ecoblanqueo sobre su benevolencia y cuidado del medio ambiente.17 Israel siempre se ha representado a sí mismo como un país árido que, a pesar de todo y a diferencia de sus vecinos árabes, desarrolló la tecnología necesaria para gestionar con eficacia sus escasos recursos hídricos y mitigar la crisis climática. En los últimos decenios, Israel ha exaltado su avanzada tecnología del agua y celebrado su éxito en la desalinización del agua.18 Según esta narrativa, como si fuera un ‘altruista medioambiental’, Israel siempre busca poner su tecnología al servicio de su reseco país vecino, Jordania, incluso durante momentos de tensión entre ambos. Esta perspectiva se refleja en un comentario publicado en 2021 por el medio The Hill, en relación con el Proyecto Prosperity: «Israel y Jordania tienen una larga historia de colaboración en materia hídrica, incluso en medio de tensiones políticas. Desde el Tratado de Paz entre Israel y Jordania de 1994, Israel ha almacenado algunas de las partidas de agua del río Jordán del reino en el mar de Galilea y suministrado los recursos en la medida de lo necesario».19 Esto es falso. Israel no ha estado «almacenando» algunas de las «partidas» del reino en el mar de Galilea. Más bien, ha saqueado la parte de agua que le corresponde a Jordania de los ríos Jordán y Yarmouk, en contra de la voluntad expresa de ese país (y esto fue especialmente así en el pasado). Tampoco Israel ha suministrado «los recursos según fueran necesarios»; más bien, continúa acaparando el agua usurpada de Jordania.20

Históricamente, el río Jordán fue una de las principales fuentes de agua de Jordania y también abastecía de agua al resto de Bilad al-Sham (la región del Levante): Palestina, Siria y el Líbano. La situación cambió drásticamente tras la creación del Estado de Israel en 1948. En la década de 1950, el Fondo Nacional Judío, una organización paraestatal israelí, drenó el lago Hula y los pantanos circundantes en el norte de la Palestina histórica (actuales Israel y los territorios palestinos ocupados).21 El Gobierno israelí sostuvo que eso era necesario para ampliar las tierras de cultivo como parte de los esfuerzos del nuevo Estado para «hacer florecer el desierto». El proyecto no solo no logró ampliar las tierras agrícolas «productivas» para los nuevos colonos judíos llegados de Europa, sino que además causó un daño ambiental considerable al destruir los hábitats naturales de numerosas especies de fauna y flora.22 También afectó gravemente la calidad del agua que fluye al mar de Galilea (o lago de Tiberíades), una de las mayores fuentes de agua dulce del país. Además, la deteriorada calidad del agua del mar de Galilea alteró el flujo de agua hacia el río Jordán.23

En el mismo período, Mekorot, la empresa nacional de agua de Israel, comenzó la construcción de la cisterna de agua de ese país, que se construyó para desviar el agua del río Jordán desde Cisjordania y Jordania para abastecer a los colonos israelíes a lo largo de la costa y los asentamientos judíos en el desierto de Néguev.24 Tras la ocupación israelí del resto de Palestina (Cisjordania, que incluye Jerusalén oriental y la Franja de Gaza, que en conjunto se conocen como los territorios palestinos ocupados) en 1967, el saqueo israelí del agua del Jordán se intensificó. El río Jordán, y especialmente su parte inferior, ya no es más que un arroyo sucio plagado de aguas residuales.25

La parte baja del río Jordán se ve particularmente afectada por las prácticas israelíes porque recibe el flujo de salida del mar de Galilea y el río Yarmouk. El Yarmouk también es perjudicado por el saqueo israelí de los recursos hídricos palestinos y árabes; su naciente está en Siria y es el mayor tributario del río Jordán. Siria, Jordania y Palestina ocupada/Israel son las tres partes ribereñas que se abastecen del Yarmouk. A Siria le corresponde la mayor parte y Jordania e Israel comparten el resto. Israel niega a los palestinos el acceso al río Yarmouk. Antes de 1967, Israel tenía un acceso limitado al río, pero tras la ocupación de Jawlan ese año, amplió en 3,2 kilómetros su control territorial directo del río y comenzó a explotar más de su agua. El acuerdo de paz que Israel y Jordania firmaron en 1994 mantuvo el control israelí sobre la cantidad de agua que Jordania puede utilizar del río. Israel obligó a Jordania a aceptar la construcción de infraestructura que garantiza la captura israelí de los excedentes de caudal del Yarmouk.26

La infraestructura de represas y pozos construida por Siria (a quien Israel niega totalmente su porción en el río Jordán) asegura que la mayor parte del Yarmouk sea utilizada por los sirios. Siria afirma que esta infraestructura se construyó para limitar la explotación del Yarmouk por Israel, especialmente porque este se niega a retirarse del Jawlan. Esto, junto con la explotación israelí del Yarmouk, la aceptación por parte de Jordania de un acuerdo injusto y un sinfín de problemas burocráticos, redujo la cantidad de agua del Yarmouk a la que Jordania puede acceder. El deterioro del caudal del río debido al descenso en las precipitaciones reducirá aún más la parte de Jordania en los próximos años.27

Es evidente que la retórica inocente y benévola detrás de Prosperity Blue oculta el papel de Israel en el saqueo del agua palestina y árabe. En lugar de apropiarse y comercializar el agua vendiéndosela a Jordania, Israel debería devolverle el agua usurpada que sigue acaparando. Lejos de hacerlo, mediante Prosperity Blue, Israel niega su responsabilidad en la escasez de agua jordana y afirma ofrecer una solución, presentándose como un protector del medio ambiente y una potencia regional en materia hídrica.

Illustration by Othman Selmi

La conquista del corazón de las tinieblas (árabe): un cliché de ecoblanqueo israelí

Los dos proyectos de energía renovable en la agenda de econormalización, Prosperity Green y ENLT-NewMed, fortalecen la imagen de Israel como un centro de tecnologías creativas de energía renovable. Al enaltecer a Israel en este sentido, la narrativa predominante omite que sus innovaciones en el sector energético se basan en el colonialismo energético (verde) en Palestina y el Jawlan. El colonialismo energético refiere a empresas y países extranjeros que saquean y explotan los recursos y tierras de países y comunidades del Sur global para generar energía para su uso y beneficio. Al perpetuar la dicotomía Norte/Sur, el colonialismo energético también causa estragos en la vida socioeconómica de las poblaciones locales en el Sur y a sus entornos. El colonialismo energético verde incluye la apropiación y el saqueo de fuentes de energía verde mientras se mantienen las mismas estructuras políticas, económicas y sociales de asimetría de poder entre el Norte y el Sur. El colonialismo energético está arraigado en el paradigma capitalista colonial de poder, explotación, deshumanización y alteridad, y persiste décadas después de que muchas partes del mundo ingresaran a la era poscolonial.28 En Palestina y el Jawlan, el colonialismo energético, incluso a través de fuentes de energía verde, es una faceta del colonialismo de asentamientos israelí. Israel lo utiliza como un medio, entre otros, para desposeer y confinar a los palestinos y a los habitantes del Jawlan (26 000 sirios que actualmente viven en el Jawlan ocupado por Israel) en enclaves cada vez más pequeños, al tiempo que expande la supremacía judeo-israelí en su tierra. Tanto Prosperity Green como ENLT-NewMed también pueden considerarse proyectos energéticos colonialistas que permiten a Israel continuar con su proyecto colonial de asentamiento y su poder geopolítico en Oriente Medio y el Norte de África, encubierto en una narrativa de ecoblanqueo.

Prosperity Green

De conformidad con las condiciones de Prosperity Green, Jordania venderá a Israel por 180 millones de dólares anuales toda la electricidad generada en el parque solar que se construirá en su territorio. Los ingresos se dividirán entre el Gobierno jordano y Masdar, la empresa emiratí que construirá el parque solar. La justificación es que Israel no necesitará utilizar su energía para operar la planta desalinizadora que suministrará a Jordania 200 millones de metros cúbicos de agua al año. Esto forma parte del objetivo israelí de fortalecer tanto su sector energético como el de desalinización de agua. La desalinización, a la que Israel pretende recurrir como su principal fuente de agua en 2030, es intensiva en energía y constituye un 3,4 por ciento de su consumo energético.29 Por lo tanto, Israel busca mejorar su acceso a fuentes alternativas de energía, y Prosperity Green ofrece una de esas fuentes.30

El convenio no permite que Jordania, cuyas importaciones de gas fósil abarcan un 75 por ciento de sus fuentes de energía, reciba energía del proyecto y aproveche su propio sector energético.31 Por lo tanto, aunque se extraerá la energía solar del país, su fuerte dependencia de la importación de gas fósil seguirá intacta. Jordania continuará recibiendo gas de Israel, que desde 2020, tras el infame acuerdo de gas de 2014 entre ambos países, se transformó en un importante exportador de gas fósil al país. Según el acuerdo por 10 000 millones de dólares, Leviatán, un yacimiento de gas natural en el Mediterráneo bajo control israelí, suministrará a Jordania 60 000 millones de metros cúbicos de gas durante 15 años.32 Por lo tanto, Jordania seguirá siendo rehén de las importaciones de gas natural (particularmente de Israel), mientras exporta su propia energía verde para recibir agua desalinizada de Israel.33

Debido al modo en que está diseñado para fortalecer el sector de energía renovable de Israel y, a la vez, mantener a Jordania dependiente de las fuentes de energía fósil israelíes, Prosperity Green es una forma de colonialismo energético o, más específicamente, de colonialismo verde. Esto se evidencia en el hecho de que la granja solar se construirá en Jordania y no en Israel. Considérese esta cita de Axios, un sitio web de noticias estadounidense, de 2021: «La lógica era que Israel necesita energía renovable pero carece del territorio para tener grandes parques solares, de los que Jordania dispone».34 Karine Elharrar, exministra de Energía de Israel, respalda ese análisis: «Jordania, que tiene una abundancia de espacios abiertos y luz solar, ayudará a impulsar la transición del Estado de Israel hacia la energía verde y a alcanzar los ambiciosos objetivos que hemos fijado, e Israel, que tiene una excelente tecnología de desalinización, ayudará a afrontar la escasez de agua en Jordania».35 Esta categorización jerárquica de la tierra, por la cual el desierto se percibe como inferior a la tierra cultivada o verde, está influida por el discurso sionista, que describe la creación de Israel sobre los restos de cientos de aldeas palestinas destruidas como una redención de la tierra.36 Dicho discurso busca legitimar y moralizar las acciones de Israel: retrata a Israel como un administrador moral y progresista de la eficiencia de la tierra, y no como un régimen inmoral de colonización de asentamiento y apartheid.

En línea con este discurso de ecoblanqueo y redención de la tierra, la construcción de la planta solar se considera un favor a Jordania: bajo los benéficos Acuerdos de Abraham, las tierras áridas e ‘improductivas’ de Jordania se volverán productivas gracias al desarrollo ambiental y la benevolencia de Israel. De hecho, Prosperity Green moraliza y legitima la apropiación de recursos verdes y el colonialismo verde como actos progresistas que merecen el elogio en lugar de la condena.

ENLT-NewMed

ENLT-NewMed también se presenta como un ejemplo de la superioridad ambiental y moral israelí sobre sus vecinos árabes, incluida Jordania. Después de llegar a un acuerdo para desarrollar proyectos energéticos con Jordania, Marruecos, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y Omán, ENLT afirmó que el proyecto «pondrá de manifiesto la gran experiencia y pericia de las dos empresas israelíes en el campo de la energía».37 Poner de manifiesto la «experiencia» y la «pericia» de Israel oculta las experiencias de las luchas de Palestina y el Jawlan contra el colonialismo energético israelí. Aunque ENLT-NewMed se presenta como una ayuda para satisfacer las necesidades energéticas de siete países árabes, también debe entenderse como un acto de colonialismo energético, por dos motivos principales. En primer lugar, el objetivo de ENLT-NewMed es integrar aún más a Israel y situarlo en una posición dominante en las esferas económicas y energéticas de la región árabe, creando así nuevas dependencias (a través del acceso y el control de la energía) que promuevan la agenda de normalización y posicionen a Israel como un socio indispensable. En segundo lugar, permitirá a ENLT y NewMed, dos empresas profundamente involucradas en proyectos energéticos israelíes, normalizar y financiar sus actividades coloniales en la Palestina ocupada y el Jawlan. ENLT gestiona varios proyectos de energía renovable en el Jawlan, con el apoyo del Gobierno israelí, entre los que se incluyen Emek Habacha, Ruach Beresheet y Emek Haruchot. ENLT tiene una participación del 41 por ciento y del 60 por ciento, respectivamente, en los primeros dos proyectos,38 que son financiados por un consorcio liderado por el Banco Hapoalim, que figura en la base de datos de las Naciones Unidas de empresas que son cómplices de los asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania.39 ENLT también está involucrada en proyectos de energía renovable en asentamientos ilegales en Cisjordania. Está desarrollando un proyecto de turbinas eólicas de 42 MW (en el cual tiene una participación de 50,15 por ciento) en el bosque de Yatir, que se encuentra en el desierto del Néguev y en partes de Cisjordania.40

Los proyectos de parques eólicos en el Jawlan y en partes de los territorios palestinos ocupados forman parte de los planes de Israel para reforzar sus fuentes de energía renovable. Los habitantes del Jawlan protestan desde hace años con el fin de reafirmar su soberanía sobre su tierra y sus recursos, y consideran que estos proyectos son otro instrumento israelí para apoderarse de su territorio.41 Israel ya controla el 95 por ciento del Jawlan, que administra en beneficio de cerca de 29 000 colonos israelíes que viven de manera ilegal en 35 asentamientos de la zona.42 Las turbinas eólicas, como proyecto colonial verde, alteran aún más la relación sostenible entre la población del Jawlan y su tierra: desde que comenzó su construcción, las autoridades israelíes restringieron el acceso de los habitantes del Jawlan a sus tierras agrícolas. Los proyectos afectarán 360 hectáreas de huertas de manzanas, uvas y cerezas pertenecientes a los habitantes del Jawlan. La lucha de estos habitantes contra los parques eólicos forma parte de una resistencia que ya lleva decenios contra la expulsión colonial provocada por los colonos, el saqueo de recursos y la negación de su soberanía e identidad autóctona en relación con la tierra.43

NewMed Energy, especializada en la extracción de gas natural del Mediterráneo Oriental, es tan cómplice como ENLT en consolidar el apartheid y el colonialismo de asentamiento israelíes. Anteriormente conocida como Delek Drilling, en 2022 cambió de nombre debido a su creciente actividad comercial en países árabes, principalmente en Jordania, los EAU y Egipto.44 NewMed Energy es pionera del sector de gas natural israelí en el Mediterráneo Oriental. La empresa participó en la mayoría de los descubrimientos de gas en el Mediterráneo realizados por Israel en los últimos 30 años. El más destacado fue el descubrimiento del yacimiento Leviatán en 2010, el mayor depósito de gas natural del Mediterráneo, en el cual NewMed Energy tiene una participación operativa del 45,3 por ciento.45 Un año antes, en 2009, la empresa, en colaboración con Chevron, descubrió el yacimiento de gas natural Tamar, también en el mar Mediterráneo.46 Juntos, los dos depósitos de gas contienen unos 730 000 millones de metros cúbicos de gas natural y han elevado el estatus de Israel en el mercado energético regional y mundial, lo que representa una fuente de poder geopolítico y económico en la región y más allá de esta.47 Se espera que cubran las necesidades de electricidad de Israel durante 30 años y le permitan ser un exportador regional de gas (entre otros a la Unión Europea, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania). Tanto Egipto como Jordania (como ya se mencionó) actualmente importan gas israelí de los yacimientos Leviatán y Tamar.48

Durante años, Israel negó la reivindicación del Líbano de que una parte del yacimiento Leviatán se encuentra dentro de su zona económica exclusiva.49 Israel también niega la parte que le corresponde al Líbano en Karish, otro yacimiento de gas descubierto por NewMed Energy en 2013.50 En 2022, ambas partes llegaron a un acuerdo injusto mediado por los Estados Unidos, por el cual Israel retiene pleno acceso al yacimiento Karish.51 Líbano solo puede desarrollar el yacimiento Qana, otro depósito de gas en disputa en el Mediterráneo, que podría contener casi 100 mil millones de metros cúbicos de gas natural, a cambio de pagar regalías a Israel. El acuerdo refleja las relaciones de poder asimétricas entre el Líbano, por un lado, e Israel y su firme defensor, Estados Unidos, por otro.52 Mientras tanto, y en respuesta a las reclamaciones de Líbano, Israel intensificó la militarización del Mediterráneo al aumentar la presencia de sus buques de guerra en la región.53 A pesar de avivar las disputas sobre estos yacimientos de gas y fortalecer la posición de una potencia colonial altamente militarizada, a nivel regional y mundial, NewMed Energy sigue destacando su compromiso con el desarrollo de fuentes de energía verde.54

El principal operador y negociador con Israel en lo que respecta a su participación en Qana es TotalEnergies, una empresa francesa que posee una participación del 35 por ciento en el yacimiento. TotalEnergies forma parte de un consorcio que opera en Qana y que incluye a la italiana ENI y a Qatar Energy, una empresa estatal con una participación del 30 por ciento en el proyecto (Qatar Energy reemplazó a Novatek, una empresa rusa que fue excluida debido a las sanciones impuestas a Rusia tras invadir a Ucrania).55 El papel de Qatar Energy en el desarrollo del yacimiento de Qana fue aprobado por el Gobierno israelí,56 lo que hace que Qatar sea cómplice en la normalización con Israel en el ámbito de la energía. Esta normalización abierta por parte de Qatar, que desde la década de 1990 ya tomaba parte en una normalización encubierta, perjudica a los palestinos57 y refleja un patrón reiterado en relación con otros países árabes: el hecho de que Egipto, Marruecos, Jordania y EAU participen en diversos proyectos energéticos (incluidos los proyectos verdes) con Israel o empresas israelíes demuestra que esta relación normalizada ya no es considerada escandalosa por los líderes árabes.

En cuanto a Egipto, otro aspecto importante es que el gas israelí de Leviatán que compra el Gobierno egipcio se extrae y se transfiere a través del control violento e ilegal que ejerce Israel en la zona económica exclusiva palestina,58 lo cual se manifiesta en ataques sistemáticos contra pescadores palestinos por parte de la marina israelí.59

Las relaciones de Egipto con Israel en lo que respecta al gas natural trascienden la electrificación de los hogares egipcios. Egipto e Israel, junto con Chipre y Grecia, integran un consorcio cuyo objetivo es el suministro de gas a Europa desde el Mediterráneo, ahora como parte de las gestiones de la UE para acabar con la dependencia del gas ruso. El consorcio pretende construir un nuevo sistema de gasoductos que transportará gas desde Israel y Chipre hasta instalaciones de licuefacción en Egipto, desde donde buques cisterna lo transportarán a Europa. El proyecto también incluye la construcción de una instalación de licuefacción en la costa oriental de Chipre y la construcción de «una instalación de licuefacción flotante como parte de la expansión del yacimiento Leviatán».60 No queda claro si el gasoducto y el sistema de licuefacción propuestos reemplazarán la construcción prevista del gasoducto del Mediterráneo Oriental (EastMed), pero parece que se está considerando como una alternativa al EastMed, cuya viabilidad ha sido cuestionada.61

Más allá de las formas que adopten los proyectos energéticos en el Mediterráneo, persisten dos hechos importantes. En primer lugar, el sufrimiento bajo el asedio y las experiencias traumáticas de violencia y deshumanización sufridas por los pescadores palestinos y la población en la Franja de Gaza no pueden disociarse de los yacimientos de gas altamente militarizados que Israel controla en el Mediterráneo, ni de los proyectos relacionados con ellos. En segundo lugar, la UE exhibe una vez más su hipocresía al tratar a los pueblos palestinos y del Jawlan como menos humanos que los ucranianos al importar gas israelí como parte de los esfuerzos para responsabilizar a Rusia por su invasión de Ucrania. En cuanto a Egipto y los demás Estados árabes que normalizan relaciones, al firmar tratados de energía sucia en el Mediterráneo participan abiertamente en la deshumanización sistemática de palestinos y sirios a manos de Israel y la UE. La deshumanización de los colonizados y la complicidad de los Estados árabes son encubiertas por la UE e Israel, mientras colaboran en lo que se presenta como una transición hacia un futuro más verde y una economía con menos carbono. En este sentido, presentar al gas fósil como una fuente limpia de energía es, como mínimo, engañoso.62

Illustration by Othman Selmi

La econormalización: un ataque violento al derecho de los palestinos a la autodeterminación

La econormalización permite a Israel situarse en los sectores de la energía y el agua en los planos regional y mundial, reforzando así su poder político y diplomático en la región y en el planeta. A medida que se agravan las crisis climáticas y energéticas, los países que dependen de la energía y el agua (así como de la tecnología) israelíes podrían comenzar a considerar la lucha palestina como un asunto de menor importancia en comparación con su seguridad hídrica y energética. Esto permite que la econormalización refuerce la función de ecoblanqueo israelí como una máquina generadora de dinero para las empresas israelíes, a la vez que socava la transición agrícola y energética justa en Palestina, inseparablemente vinculada a la lucha palestina por la autodeterminación.

Mekorot, un actor importante en la desalinización del agua en Israel, se posicionó como líder en desalinización y soluciones hídricas a nivel mundial, en parte gracias a la narrativa de ecoblanqueo de Israel. Por ejemplo, Mekorot es responsable del 40 por ciento de la desalinización del agua marina en Chipre.63  Su tecnología y «pericia» generan millones de dólares en ingresos por medio de proyectos hídricos desarrollados en todo el mundo, especialmente en el Sur global.64 Este dinero financia el apartheid hídrico de la empresa, y del Gobierno israelí, contra el pueblo palestino, ya que Mekorot desempeña un papel importante en la construcción de la infraestructura de apartheid hídrico israelí, controlando la mayor parte de los recursos de agua palestinos en Cisjordania y desviándolos hacia asentamientos israelíes ilegales (además del papel que la empresa desempeña en la usurpación del río Jordán).65 La infraestructura de pozos y tuberías auxiliares de la compañía está construida de tal manera que garantiza que los palestinos que viven en la Zona C de Cisjordania no tengan acceso al agua,66 a la vez que ayuda al ejército israelí a confiscar las tuberías de agua palestinas y otros medios alternativos para acceder al elemento en la Zona C.67 Al practicar el apartheid hídrico, Mekorot crea un entorno coercitivo con el fin de expulsar a los palestinos de sus tierras y expandir los asentamientos israelíes ilegales. La aplicación de las políticas israelíes de apartheid hídrico por parte de Mekorot altera la función de la tierra como fuente de subsistencia mediante la cual los palestinos pueden mantener su vida e identidad. Asimismo, amenaza al sector agrícola y la soberanía alimentaria de los palestinos, que son componentes esenciales de una transición agrícola con justicia. Por ejemplo, las comunidades agrícolas palestinas en el Valle del Jordán ya no pueden depender de la agricultura para su sustento debido a las restricciones que impone Israel al acceso palestino al agua y la tierra.68

La misma historia se repite en la bloqueada Franja de Gaza, donde Israel destruye el sector agrícola desde hace décadas. Desde 2007, el asedio a Gaza restringe el acceso de los agricultores palestinos a sus tierras agrícolas y empeora la grave crisis del agua en la Franja.69

Esta consolidación del colonialismo energético y del apartheid israelíes también es evidente en las funciones de ecoblanqueo de Prosperity Green y ENLT-NewMed. Israel niega a los palestinos (y a los pobladores del Jawlan) colonizados la soberanía sobre sus recursos energéticos y perpetúa su cautiverio en su mercado energético. El control israelí sobre los recursos energéticos palestinos y del Jawlan es una herramienta eficaz de desposesión y opresión del colonialismo de asentamiento. Simultáneamente, la Franja de Gaza, situada no muy lejos de los yacimientos de gas Leviatán y Tamar, vive en la oscuridad desde hace años porque Israel impide a los gazatíes el acceso pleno a la electricidad. La crisis eléctrica en la Franja de Gaza se agrava aún más durante los ataques y las masacres habituales de Israel.70 La electricidad, el agua, la violencia y un sinfín de elementos más integran los mecanismos coloniales de los asentamientos que Israel utiliza para «gestionar» y controlar a los palestinos en los guetos designados. La econormalización y el ecoblanqueo de los proyectos energéticos brindan a Israel ayuda financiera para consolidar sus políticas de encerrar en guetos a millones de palestinos en la Franja de Gaza y demás.

El ámbito energético palestino en general está controlado por Israel. Los palestinos que viven en la Zona C de la Cisjordania ocupada son quienes más sufren la dependencia energética de Israel. Se niega el acceso de los palestinos a la red eléctrica en la zona, desarrollada por Israel para abastecer a los asentamientos israelíes ilegales. Además, Israel se niega a otorgarles permisos para la construcción de paneles solares, que podrían ofrecer una fuente de energía alternativa. De esta manera, los palestinos se ven obligados a construir paneles solares (a menudo con fondos de ONG y la UE) sin los permisos israelíes, que luego Israel confisca y destruye.71 Entre 2001 y 2016, las políticas y prácticas israelíes en la Zona C generaron a los palestinos una pérdida calculada en 65 millones de euros, derivada del apoyo financiero de la UE, que incluía instalaciones solares.72 La sociedad civil palestina creó el sector de la energía solar en la Zona C con el fin de apuntalar la resistencia de las comunidades en la zona, e Israel utiliza su desmantelamiento como táctica para desplazarlas por la fuerza.73

Mientras esto ocurre, el sector de la energía solar israelí florece debido a la expansión de los asentamientos ilegales y las granjas solares en toda Cisjordania. En 2016, los ingresos israelíes por la electricidad generada a partir de granjas solares ubicadas tanto en Cisjordania como dentro de Israel alcanzaron los 1600 millones de shekels (aproximadamente 445 millones de dólares). Hasta 2017, Israel operaba cuatro campos solares a gran escala en Cisjordania, conectados a la red nacional israelí, que suministra electricidad a viviendas israelíes ubicadas en asentamientos ilegales en Cisjordania y dentro de Israel.74 Cabe señalar que la fortaleza del sector de la energía solar israelí contrasta fuertemente con el hecho de que decenas de miles de ciudadanos palestinos (de segunda clase), que viven en Israel en 35 «aldeas no reconocidas» en el desierto del Néguev, no tienen acceso a electricidad (ni agua, atención médica o educación), como consecuencia de las políticas discriminatorias israelíes concebidas para expulsarlos de sus tierras y reemplazar sus aldeas con asentamientos exclusivos para judíos y pinos plantados por la JNF.75

Illustration by Othman Selmi

Ecosumud: una visión para una transición justa en Palestina

Si bien la palabra sumud (firmeza, resistencia) tiene numerosas acepciones, en este capítulo se define como un patrón de prácticas cotidianas de resistencia y adaptación a las dificultades cotidianas de la vida bajo el dominio colonial de los asentamientos israelíes.76 Sumud también se refiere a la persistencia del pueblo palestino de permanecer en su tierra y mantener su identidad y cultura palestinas como resistencia al despojo israelí y a las reivindicaciones que postulan a los colonos judíos como los únicos habitantes legítimos de la tierra.77 Ecosumud, un término introducido en este capítulo, combina las prácticas cotidianas de resistencia de los palestinos con formas respetuosas del medio ambiente para mantener un fuerte vínculo con la tierra de Palestina. Abarca el conocimiento de la tierra, los valores culturales, las tácticas y herramientas autóctonas que emplean los palestinos para defenderse de la violenta alteración de los asentamientos coloniales israelíes a su relación sostenible con la tierra. El concepto de ecosumud se basa en la comprensión de que las únicas soluciones sostenibles a las crisis ecológicas y climáticas son aquellas que apoyan la consecución del pueblo palestino de una transición agrícola y energética con justicia.

Un estudio de caso que puede contribuir a entender el significado de ecosumud en términos concretos y empíricos es la agricultura de secano que practican los habitantes palestinos del pueblo de Dayr Ballut.78 Dayr Ballut se encuentra en el distrito de Salfit, en Cisjordania central. Posee más de 3000 habitantes y una superficie aproximada de 11 898 dunams (1190 hectáreas), de los cuales 5985 (598,5 hectáreas) son tierras fértiles. Solo un 5,2 por ciento de las tierras del pueblo están clasificadas como Zona B, bajo control mixto palestino e israelí, mientras que el 94,8 por ciento restante, cae dentro de la Zona C, que está bajo control absoluto de las fuerzas de seguridad y civiles israelíes. Dayr Ballut está sometido a un sinfín de políticas y prácticas coloniales de asentamiento que buscan expulsar a los habitantes de sus tierras. Entre ellas, la confiscación de sus tierras para construir carreteras auxiliares israelíes, asentamientos ilegales y el muro del apartheid. Israel instaló un puesto de control militar en la entrada del pueblo, donde hostiga y humilla a los palestinos de Dayr Ballut y localidades cercanas. El puesto de control también restringe el movimiento de mercancías y productos agrícolas de Dayr Ballut hacia los mercados de Cisjordania.79

Como sucede en otras partes de la Zona C, los habitantes palestinos de Dayr Ballut no cuentan con suficiente agua y electricidad para cubrir sus necesidades, ya que las autoridades israelíes controlan un pozo de agua del pueblo.80 A pesar del apartheid hídrico y la apropiación de tierras que Israel está llevando a cabo en Dayr Ballut, los habitantes palestinos siguen conservando sus tierras agrícolas. Esto ha sido posible principalmente debido a la práctica de la agricultura de secano: conocida como ba’li en árabe vernáculo, que se define como «un conjunto de estrategias de siembra, labranza y protección de plantas que aprovechan la humedad del suelo para cultivar cultivos sin riego».81 La agricultura ba’li también incluye el conocimiento y las técnicas que los palestinos utilizan para captar agua durante la temporada de lluvias, como el uso de cisternas y terrazas. El agua captada se utiliza para regar cultivos durante la larga temporada seca. Esta agricultura tiene una dimensión espiritual, ya que la palabra ba’li se deriva de Baal, el dios de la fertilidad y la lluvia adorado por los antepasados cananeos del pueblo palestino. A pesar del constante control israelí sobre la tierra, el agua, las fronteras, el desplazamiento y los mercados, la agricultura ba’li sigue siendo la principal en la mayoría de las tierras de cultivo en Cisjordania.

Lo que distingue a la agricultura de secano de Dayr Ballut del resto de Cisjordania es la flexibilidad de los agricultores para adaptarse a las cambiantes circunstancias políticas, económicas, sociales y medioambientales a lo largo de un siglo de colonialismo. Dos elementos clave caracterizan el dinamismo de la agricultura de secano en Dayr Ballut: la diversificación de cultivos para hacer frente a los desafíos y la centralidad de las mujeres en la agricultura. Visto a través del prisma del ecosumud, cambiar el sistema de cultivo y la estructura laboral en Dayr Ballut es parte de las tácticas, técnicas y conocimientos que las y los habitantes aplican para mantener su relación con la tierra.

Tras la captura israelí de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén oriental en 1967, y la consiguiente apertura del mercado laboral de Israel a miles de hombres palestinos, la estructura laboral de la sociedad palestina se transformó, lo que incluyó una mayor participación de las mujeres en el sector agrícola.82 Esto es más evidente en Dayr Ballut que en otras zonas de Cisjordania, y desde 1967 las mujeres han sido las principales cultivadoras de la llanura (conocida como marj en árabe vernáculo) y las zonas escarpadas de Dayr Ballut. Ello estuvo acompañado de un cambio en el sistema de cultivo para adaptarse a diferentes desafíos. Hasta 1948, la llanura y los cerros de Dayr Ballut cultivaban trigo, cebada, sésamo, tabaco, sorgo y olivos. Tras la creación de Israel en 1948, comenzaron a plantarse más cultivos adecuados para la agricultura ba’li, influidos por la llegada de refugiados desplazados de las ciudades costeras cercanas, que llevaron consigo diferentes semillas y experiencia, que compartieron con los habitantes locales. Entre las plantaciones nuevas se incluyeron ajo, ocra, tomates, cebollas, sandías y melones, lo que permitió a los habitantes diversificar sus cultivos, de los que dependían para subsistir.

Posteriormente, en la década de 1970, las mujeres de Dayr Ballut reemplazaron el trigo y otros cereales pequeños con olivos en las partes elevadas del pueblo. Una ventaja es que los olivos no requieren la presencia constante de la mano de obra. De hecho, las y los agricultores palestinos que se enfrentan a los obstáculos israelíes para acceder a sus tierras utilizan los olivos como arma para aferrarse a su existencia en la tierra. Además, los olivos son más resistentes y adaptables a los cambios climáticos en comparación con otros cultivos. Al plantar olivos, las mujeres pudieron reducir la carga de trabajo en ausencia de los hombres y continuar obteniendo ganancia, especialmente a medida que aumentaba la demanda de aceite de oliva por la reducción de los olivares debido a la expansión de los asentamientos israelíes.

Las mujeres palestinas continúan introduciendo cultivos nuevos en el valle como respuesta a las circunstancias cambiantes, incluido el rentable faqqous (pepino armenio). Cada año en mayo, palestinos de toda Cisjordania superan la fragmentación espacial impuesta por Israel y se reúnen en la llanura de Dayr Ballut para celebrar el festival de la cosecha del faqqous. Aunque Israel inunda el mercado palestino con sus productos agrícolas como parte de la dependencia de la economía palestina de la israelí, los cultivos de Dayr Ballut son sumamente competitivos en el mercado palestino. A diferencia de la agricultura israelí, que depende en gran medida de fertilizantes sintéticos, la agricultura ba’li de Dayr Ballut no utiliza productos químicos, por lo que los cultivos del pueblo tienen un sabor y una calidad superiores.

Las mujeres de Dayr Ballut, que han estado a cargo de cultivar y cosechar la tierra desde 1967, lograron protegerla de la confiscación israelí y de la agricultura y gestión de tierras insostenibles por parte de Israel mediante una diversificación creativa de cultivos adecuados para la agricultura de secano. Dayr Ballut constituye así un modelo de ecosumud que debería tomarse en cuenta en la visión más amplia de la descolonización en Palestina (incluido el sector energético). Este modelo de una transición justa en Palestina se apoya en cinco elementos principales. En primer lugar, el rechazo de la construcción sistemática de inferioridad de los palestinos frente a sus colonizadores en función de sus conocimientos y cultura, lo cual es un requisito previo para la transformación anticolonial. Las mujeres de Dayr Ballut son un modelo ejemplar para los palestinos, que se consideran auténticos guardianes y cuidadores de su tierra ancestral. En este sentido, el ecosumud es significativo como un contrarrelato del discurso de ecoblanqueo israelí, que, como se destacó anteriormente, busca legitimar y naturalizar la apropiación y violencia coloniales de los asentamientos israelíes. En segundo lugar, la relación con la tierra y sus recursos naturales debe basarse en la reciprocidad y la interdependencia. En tercer lugar, la tierra, el agua y el conocimiento deben compartirse colectivamente, en lugar de ser monopolizados y convertidos en una mercancía de lujo para unos pocos. En cuarto lugar, las mujeres son protagonistas, y no actores secundarios, en la lucha anticolonial por la soberanía y la autodeterminación. Finalmente, la práctica del ecosumud tiene sus raíces en la creencia de que es posible derrotar al colonialismo de asentamiento israelí y en el ardiente e invencible deseo de los colonizados de determinar su propio destino.83

Illustration by Othman Selmi

Illustration by Othman Selmi

Conclusión

Existe una conexión duradera entre el ecoblanqueo israelí, que se refuerza con la econormalización, y la consolidación del apartheid y el colonialismo de asentamiento en Palestina y el Jawlan. Como se demostró anteriormente, la econormalización es social y ambientalmente injusta e insostenible, ya que obstaculiza la democracia energética y la soberanía alimentaria, así como cualquier intento de lograr una transición energética y agrícola con justicia en Palestina y el Jawlan. Con la creciente violencia israelí y la expansión del colonialismo de asentamiento en los territorios palestinos ocupados, la lucha anticolonial palestina se encuentra en una encrucijada. El túnel oscuro que es la vida de los palestinos bajo la opresión israelí se vuelve aún más sombrío. Sin embargo, se puede vislumbrar una luz que ilumina el largo camino de liberación de los palestinos: esa luz es la creciente resistencia del pueblo palestino, que se niega a ser aislado, deshumanizado y arrasado. La lucha por derrocar el régimen opresor de Israel también es parte de la lucha más amplia por la autodeterminación y emancipación de otras poblaciones en todo el mundo. Los intentos coloniales de aislar aún más a Palestina del resto del mundo árabe mediante la econormalización podrán frenarse mediante el poder colectivo de los árabes y otros pueblos. Con este fin, los movimientos sociales, grupos ambientalistas, sindicatos, asociaciones estudiantiles y organizaciones de la sociedad civil de la región árabe y otros lugares deben intensificar las protestas contra sus Gobiernos hasta que estos cesen la normalización con Israel. Los medios de comunicación alternativos deben desafiar a los medios convencionales, que hacen que Palestina sea invisible e irrelevante para la lucha de los pueblos árabes (y no árabes). Tanto individuos como instituciones, especialmente en la región árabe, deben estar más alertas con respecto a proyectos e iniciativas culturales, académicos, sociales y ambientales: antes de participar en ellos, deben investigar sus fuentes de financiación, sus participantes y sus intereses. Los movimientos ambientalistas también pueden apoyar la lucha palestina por la autodeterminación al darle al ecosumud un papel central y valorarlo como un conocimiento autóctono que podrá aprovecharse para definir soluciones y estrategias que mitiguen la crisis climática. Por último, los movimientos populares internacionales deben redoblar su apoyo al boicot, la desinversión y las sanciones contra Israel.

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