No todos los tipos de inversión son iguales en lo que se refiere a su impacto en la reducción de la pobreza y el desarrollo. Siguiendo una tendencia mundial alarmante, por la que los Gobiernos están definiendo las inversiones y las políticas de desarrollo en torno a las necesidades del gran capital transnacional, las transacciones de tierras a gran escala que captan tierras y sus recursos asociados se presentan como ‘inversiones para el desarrollo rural’. El cambio que se está produciendo en los marcos de desarrollo implica que se abandona la responsabilidad del sector público a la hora de garantizar la seguridad alimentaria y se prima al sector privado como remedio para el hambre y la desnutrición, a expensas del sustento, la dignidad y el estilo de vida de los trabajadores y trabajadoras rurales, especialmente los grupos pobres y marginalizados. Es necesario ‘reiniciar’ el debate sobre la inversión en agricultura, y dejar atrás la estrecha perspectiva centrada en las corporaciones en pos de maximizar las sinergias entre las inversiones públicas y las inversiones realizadas por los productores y las productoras de alimentos a pequeña escala.
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